Las habitaciones de las chicas

Llegó con la chica a la habitación, le había costado bastante esfuerzo llegar con ella a cuestas. Se acercó a la primera cama que vió y después de apartar las sábanas la tiró con cuidado en ella. Después la arropó y se sentó en la misma cama. -¿Tengo que quedarme a vigilarte?

Se levantó para coger el pantalón de la chica y lo dobló para dejarlo sobre la cama. -Claro, pasemos un buen rato. -Dijo dirjiendose hacia la puerta. -Buenas noches, preciosa. Nos vemos. -Le echó una última mirada y salió de allí, cerrando tras de sí la puerta.

Entró fugaz, abriendo la puerta de sopetón. Buscó la figura de Jenni, la chica de anoche, que se encontraba tapada por apenas una sábanas. Se acercó hasta estar a unos pasos de la cama donde esta se situaba. Allí estaba, sobre la mesa de noche vió la petaca que le había quitado anoche, sin saber cómo. La observó unos minutos. Agarró la sábana y la destapó. -¡Borracha! -Gritó, por si no se había despertado aún. La resaca que debía tener tenía de ser mortal.

Alzó una ceja. ¿Se había desnudado ella y él era el cerdo? -¿Cerdo yo? -Se acercó a las ventanas y abrió del todo las cortinas. Pensó que probablemente tuviera un lío de ideas en la cabeza. -La petaca. Me la quitastes. -Cogió la petaca de vodka, agitándola. Estaba casi vacía, la alcohólica esa se la había bebido toda. -Y te la has bebido, ¿Te parece bonito?

-Que eres una alcohólica. Estas son las consecuencias, querida. -Le quitó la sábana, para que la luz le impactara en sus preciosos ojos azulados. Le había robado la petaca y se merecía un castigo.

Negó con la cabeza. -No, claro que no. -La vió buscando las sábanas. Las agarró y junto con las mantas las quitó de la cama, dejándolas en el piso. -Es tarde. Deberías levantarte ya.

Los síntomas de la resca la estaba destrozando. Así no tendría que hacer ningún esfuerzo. -Quien pasa buena noche, pasa mal día. -Pensó en cuantas veces se había aplicado a él mismo esas palabras. La observó y retrocedió unos pasos. -Estoy esperando sus disculpas, señorita.

Eso se avisa antes.-le dije al chico. POniéndome en pie como buenamente pude, y acercándome al armario, para buscar un chandal, o algo para ponerme y dejar de enseñar mi cuerpo, casí como había venido al mundo. ME giré sorprendida:
-[b]¿Qué he hecho?[/b]

¿Qué había hecho? Al parecer no escuchaba al chico cuando hablaba. Decidió que podía jugar un poquito. Sonrió con malicia. -¿Hasta dónde recuerdas? -Vió como se acercaba al armario.-Así, sin ropa, estás mejor.

-Créeme que no. -Aseguró, aprovechando para observar su cuerpo casi desnudo antes de que lo cubriera con ropa. -Y entonces.. ¿No te acuerdas de nada de lo que pasó? -Se mordió el labio inferior.

Aquella sonrisa maliciosa volvió a surgir en su rostro. Podría ser divertido. -¿No recuerdas que tú y yo..? -Dejó la frase en el aire, para que ella la terminara usando su imaginación. -En fín. Fué divertido. -Dijo guiñándole un ojo.

No se inmutó ante la agresividad de la chica. Se limitó a seguir sonriendo. -Claro, querida. -Acercó su cabeza la poca distancia que la separaba de la de la chica y posó sus labios sobre los de ella, dejando un beso. -Anoche casi me matas tú.. -Susurró mientras su cabeza volvía a tomar distancia.

Se había pasado desnuda el final de la anterior noche y desde que se despertó. Habría sido imposible no ver el lunar. Afirmó con la cabeza. -Sí, en alguno de tus muslos tienes un lunar. -Le devolvió la sonrisa. -Y me pone. -Le dijo en un susurro.