Los jardines

-En ese caso.
Desenvaine mis armas y accione el mecanismo d ela cuhilla d emi brazo izqauierdo.
-tendré que mataros.
Mi voz sonaba fría,y mis ojos eran ahora los de un asesino.
-Genial,hemos vuelto a la era Meiji.
Dije poniendome en guardia

-Elizabeth,lo siento.
Lancé mi brazo con la cuchilla hasta su pecho,pero este solo lo rozó.
-No puedo,no puedo matarte,!No puedo matar a un enemigo!

-¿Qué?
Dijo aburrido y sorpendido,por no poder haberla matado

Me frote los ojos con la mano,inmediatamente despues destroce un arbol de un puñetazo y rajé lo que quedaba,reduciendolo a montones de varillas.
-Tengo un plan...

Giré la mano sobre su propio eje(la d emetal) y me senté en el suelo.
-¿Arianna?

-Estas...¿aliada con ellos?

-¿Y porqué debería ser así?

El muchacho llegó a lugar con pasos apasibles. Caminaba con una tranquilidad y elegancia innata en él, en ese momento casi inmerso en su propio mundo. Hubiera pasado por allí sin que la burbuja en la que se hallaba se picara si no fuera porque su vista se había encontrado con una atractiva rubia. Suspiró y se mordió el labio. Se sentó en un baco de piedra. -Hey. -Trató de llamar su atención.

Desde el lugar donde se encontraba la examinó de arriba a abajo. No estaba nada mal. -Perdona mi olvido, querida. Buenas noches. -La miró, esperando a que se acercara hasta donde él estaba sentado. -¿Cómo podría recompensar mi error? -Su mirada pícara se perdió en los ojos de la chica.

Alzó una ceja cuando la chica se sentó en sus rodillas. Sonrió. Puso una mano en uno de los muslos de esta. -Dumas, Evan Dumas. - Le dio un suave beso en la mejilla. Su mirada se había dedicado a recorrer su cuerpo de cerca cuando hasta que esta lo volvió a mirar. -Y tú, ¿De dónde has aparecido?

Dejó coger sus manos y las entrelazó con las de la chica. -Me lo temía.. -Recorrió la escasa distancia que los separaba para devolverle el mordisco a la chica, en su labio inferior. -¿Has venido a buscarme?

Sus manos recorrieron lentamente sus espalda, hasta llegar a sus caderas, donde se posaron. -¿Qué no entendí, querida? -Las manos posadas en la cintura de la chica atrajeron su cuerpo para pegar ambos del todo.