Habitaciones de los chicos

*Sebas llega a la habitacion con las maletas,mira a los lados buscando una cama libre,deja las maletas en una de las pocas que parece estar libre y oye voces en la sala de descanso*-ire a ver quien ahi*salio de la habitacion*

Entré elegante y me acerqué hacia el armario con un libro en una mano y una linterna en la otra. Necesitaba refugiarme de ese aburrido y monótono internado, así que abrí la puerta y entré dentro. Quedé a oscuras, me senté y me acomodé como pude, encendiendo mi linterna, abriendo el libro y empezando a leer, alejándome por unos instantes de un lugar que ya me estaba empezando a cansar, al igual que la gente que en él habitaba.

Noté una mano en el hombro, lejos de sobresaltarme me extrañó lo más mínimo que hasta en el lugar más remoto me encontrara alguien, seguramente vendría a destrozar los escásos minutos de paz que podía en contar al día. Dejé fluir un suspiro por mi boca y giré mi cabeza para mirar a la personita que se disponía a molestarme. Se trataba de una chica, rubia, bastante atractiva.. Sonreí y me presenté. -Evan, ¿El destino te ha guiado hasta mí? -Comenté divertido.

La observé unos instantes, afirmé con la cabeza para mí mismo. -Encantado, señorita. -Sonreí elegante. -Tendré que hablar con el destino, hasta a los armarios envía gente para irrumpir mi paz. -Solté un medio bostezo, que disimulé tapandome la boca con mi mano.

No había conocido a nadie realmente normal en este internado, no esperaba que ella fuera une exepción y así lo confirmaban los hechos. Sabría Dios que favor querría pedirme, mi cabeza decía que no, pero aún así habló antes mi boca. -No podría negarle un favor a tan gentil dama. -Terminé el alago guiñándole un ojo, tentador y a la vez gracioso.

Realmente no me sorpendió, mientras más personas conocía allí menos esperanza tenía de que apareciera alguien cuerdo. No impuse esfuerzos, me dejé llevar.

Me metí con ella en el armario, como pude. -No es gran cosa, un armario como otro cualquiera.. peero ahora que te tiene a ti dentro no se puede tratar como a uno del montón. No todo armario tiene el privilegio de tenerte dentro. -Dije cerrando la puerta del armario con una mano. No había casi iluminación dentro.

Me toqué la cabeza con una mano. -Mal. -Me quejé. -Te quedastes corta con los besos creo, quizás deberías.. -Dejé la frase en el aire.