Habitaciones de los chicos

Le dió un pequeño empujón con las manos, tirándola de la cama. Tendrías que pensar las cosas antes de acerlas. Esbozó una sonrisa con aire de satisfacción.

Se desplazó hasta el borde de la cama gateando. Colgó su torso, quedándo la cabeza casi tocando el suelo. -¿Hey? -Buscó con la mirada a la chica.

Se tiró al piso y se metió debajo de la cama. -¿Hey? Estaba oscuro y no veía con claridad. Se arrastró hasta estar cerca de ella.

Sacó una linterna de su bolsillo y la encendió. -¡Creo que he visto una linda gatita! -Sonrió divertido.

-Me has pillado.. -Sacó de su bolsillo un saco. -He venido a llevarte conmigo. -Tocó con su dedo índice la nariz de la chica. -Deberías haberte dormido hace tiempo.

-No me valen tus escusas.. -Abrió el saco. -¿Te metes o te meto?

Si no tengo de mi parte tu colaboración tendré que meterte a la fuerza.. -Aspiró hondo. -[i]¿No quieres que te lleve el hombre del saco?

Se señaló. -Yo. -Notaba a la chica cada vez más lejos. Puso una mano en su cadera y la acercó hacia él.

Dejó la linterna en el suelo y con la mano que la sostenía antes rebuscó en su bolsillo buscando algo. Se iluminó en su cara una sonrisa y sacó de el bolsillo una tarjetita que decía así:



Se la puso delante de su cara para que pudiera leerla. -No miento, y lo confirma esta tarjetita. -La puso en el suelo y se la acercó empujándola con el dedo índice, para que se la quedara. -¿Aún lo dudas?

Le arrebató el bolígrafo mientras agarraba su muñeca con la otra mano. Tachó lo que se había escrito. -No. No veo nada. -Tiró el permanente lo más lejos que pudo. -Tengo que llevarte conmigo y creo que no habrá nada que me lo impida.

Salió ágilemente de debajo de la cama con el saco en la mano, después de ser aplastado. Se puso de pie y se lanzó sobre ella. Después de haberla aplastado se tumbó a su lado. Abrió el saco con sus manos. -Métete.

Soltó el saco al sentir los dientes de la vampiresa clavados en su mano. Ahogó un pequeño grito de dolor. Cuando sacó la mano de entre los dientes de la chica la agitó y miró la marca de los dientes que se había quedado marcada en su piel, fijándose en si había clavado sus colmillos. -Pequeña, con el hombre del saco no se juega. -Esbozó una pequeña sonrisa maléfica y se lanzó a su brazo, devolvíendole el mordisco.

-Me da igual. -Insatisfecho se acostó nuevamente, con los brazos cruzados. -El hombre del saco se retira. -Cerró los ojos.